miércoles, 12 de junio de 2013

CGT busca enterrador vocacional

CGT envía un email a los 2 o 3 mil empleados de la UA. Nos convocan a una charla sobre "la renta básica" y luego a una maní, claro.   El mensaje contiene una de esas frases que ilustran  que hay gente adulta, supuestamente seria y responsable que anda por ahí propagando las tonterías más grandes.   La mayoría de la gente opta por pasar de ellos pero, por el bien de los niños, creo que alguien debe responder. 
En primer lugar, transcribo esta joya que nos brindan los colegas CGT:

"… Antes de pasar por el mercado de trabajo en busca de empleo asalariado, el ciudadano habría de disponer de una renta de existencia que le permita decidir sobre su vida, por que caminos y con que medios ha de buscar unos ingresos por su actividad, el salario correspondiente a la venta de la fuerza de trabajo. Esta es la cuestión de fondo. Que las personas que deseen ejercitar el derecho al trabajo asalariado puedan practicarlo, pero, para ello, se ha de eliminar todo elemento que introduzca exigencia, obligatoriedad, es decir, que suponga una imposición. Y la condición para conseguir esta situación de poder decidir como persona consiste en el reconocimiento del derecho ciudadano a la renta básica, hecho por el cual se reduce tal dependencia, tal obligación, tal imposición de la patronal."

Las negritas  son cosa de ellos, el color rojo lo he puesto yo.   Hablando en plata, el mail enviado por los compañeros de CGT pide que trabajar sea opcional  y cobrar obligatorio. No contentos con pedir algo que es cláramente imposible sin generar males mucho mayores,  encima le echan la culpa de la situación actual,  a "la imposición de la patronal".    

Pongamos en marcha la propuesta del mail de CGT. El gobierno prohibe la obligación de trabajar de los asalariados.   Los físicos teóricos, y otras profesiones vocacionales, acuden alegremente al trabajo.  Lo tienen que hacer en bicicleta, porque conductores de autobús y tranvía,  y empleados de gasolinera están disfrutando de su recién estrenada libertad. Además,  hay que desayunar sin pan,  porque muy pocos panaderos han acudido al horno a las 4 de la mañana, y los repartidores no se han levantado a las 6 para que los señoritos de CGT puedan desayunar pan del día mientras reniegan contra el capital. 

 Pero vaya, iremos en bici al trabajo con el estomago vacío,  todo sea por el nuevo modelo social. En las tiendas hay un poco de caos, la mitad de las cajeras y vigilantes no han ido a trabajar. Pero el  problema serio se encuentra en el cementerio. Oiga, ni uno solo de los enterradores ha aparecido en el trabajo y un grupo de saboteadores del nuevo modelo ha decidido fallecer justo hoy. Así no hay quien haga una revolución, señores.  CGT anuncia que busca enterradores vocacionales, para remplazar a los compañeros que cobran por ser enterrador pero no pueden ser obligados a trabajar por los cabritos de la patronal.   Y no hablemos de cómo huelen los  baños de la Facultad, o peor aun, en las residencias para ancianos que no controlan esfínteres, en las de enfermos de Alzheimer, pasada una semana desde la puesta en marcha de la abolición de la obligatoriedad de trabajar. 

 ¿Y qué hay de la renta básica?.   Que unos trabajen pero que todos cobren.  Una comisión establece que la renta básica son 1000€.   El gobierno imprime los billetes, y se pone a repartir. Automáticamente sube la renta promedio per capita unos 500€ al mes.  El panadero de la esquina toma buena nota y sube la barra de pan.  Y el señor que alquila su casa a unos estudiantes sabe que ahora puede encontrar un inquilino que pague 200€ más.  Y la compañía eléctrica coge su parte también.    Resultado: la renta básica no llega, pues la comisión no tuvo en cuenta la inflación generada como consecuencia de su implantación.  Con lo que los beneficiarios siguen como estaban, y los que antes si llegaban ahora se quedan cortos. 

¿Estaré tonto?. Se me olvidaba de que el gobierno podría controlar los precios, para refrenar así la codicia de los panaderos,  de los propietarios de viviendas en alquiler  y de las compañías eléctricas.   ¿Y quien decide cuánto valen las cosas?. Una comisión, a ser posible paritaria, con los genios de CGT decidiendo el precio  de las cosas.   

En el caso de que la idea de que una comisión estatal se interponga entre su panadero y usted para decidir el precio de la barra de pan no le parezca una renuncia inaceptable a uno de los derechos más fundamentales del hombre, que es el derecho a la libertad de comercio,  no se preocupe, es usted parte de la mayoría social que no aprecia los valores del liberalismo económico. Eso si,  llámenme conservador, o incluso liberal,  pero prefiero que los asalariados tengan que cumplir con su parte del contrato y trabajar, antes de hacer pasar a mi familia por el trance de enterrarme  o  peor aun,  esperar a que lo haga un enterrador  voluntario de CGT.